Nosotras que lo quisimos todo.
Sonsoles Onega.
Nos encontramos ante un libro de fácil lectura pero
de profunda reflexión, y que nos sitúa
en ese difícil espejo llamado “nosotras”. Nosotras, las mujeres del siglo XXI,
herederas de las luchas que desde finales del siglo XIX vienen manteniendo las mujeres
para reivindicar quienes somos y reclamar un papel en el mundo.
El libro aborda -a través de Beatriz, su
protagonista- la situación en la que nos encontramos actualmente: un pulpo
lleno de brazos, brazos que tienen que llegar a todo y a todos: maridos,
padres, hijos, trabajo, casa…
Las vicisitudes por las que atraviesa una mujer a lo
largo de una jornada, parecen a veces propias de una comedia americana, pero lo
que en la ficción hace gracia, en el día a día carece de ella.
La incorporación de la mujer al “mundo laboral” se
produjo bajo dos factores que han condicionado el techo de cristal con el que
se encuentra aun en la actualidad:
1.-Su preparación académica y laboral estaba lejos de
la del varón.
2.- Accedió a un entorno en el que no conocía las
coordenadas y en el que su cerebro emocional no era una herramienta apropiada.
3.- Precisamente por su falta de preparación, no
estaba en condiciones de pactar y negociar su nueva situación. Por ejemplo,
aclarar quien se iba a ocupar de lo que siempre se había ocupado ella ahora que
iba a estar muchas horas fuera de casa…
Dicho de otro modo: fue como ilusionarse por cruzar
un desierto contenta porque dispones de una pequeña cantimplora.
Los resultados son obvios. A pesar de que la mujer
figura en puestos representativos-¡algunas!- la mayoría sufre el día a día con
merma enorme de su salud. Era de esperar. Un organismo que tiene dificultades
para adaptarse a un entorno enferma.
Y al decir salud, no pensamos sólo en los síntomas
físicos, también cuenta el estado
anímico. La depresión se ha convertido en una compañera, ahí están las
estadísticas. La exigencia ambiental -y
que hacemos propia- de tener que ser “buena” en todo –lo cual es imposible-,
nos crea una frustración que nos vuelve enormemente vulnerables.
El libro tiene un “final feliz”, que sirve como pauta
de futuro para nuevos planteamientos de cara al mundo laboral. Pero no sirve
como solución individual. ¡Ojala las mujeres pudieran solucionar su dilema
trabajo-familia como lo hace la protagonista!
En cualquier caso, con lo ameno –y humorístico por
momentos- nos arranca una sonrisa, al leer lo que pudiera ser el diario de
cualquier mujer trabajadora del “primer mundo”. Y mientras esbocemos una
sonrisa ante lo que nos ocurre, habrá motivos de esperanza…
Se lo recomendamos.
Publicado por Inspiración Femenina Tian
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