Por Matilde Líndez y José Mª Caravantes
Las lluvias de El Niño cubren de un espectacular manto de flores el desierto de Atacama (Chile), el más seco del mundo. Ha aparecido este noviembre cubierto de flores como no se veían en casi medio siglo.
http://www.huffingtonpost.es/2015/11/02/el-nino-desierto-seco-flores_n_8449518.html
Al contemplar la belleza que nos acaba de ofrecer la Madre Tierra, enseguida nos ha evocado su generosidad, su ofrenda hacia todos los seres que la habitamos.
También nos evoca su capacidad de generar vida, al igual que la mujer, y nos traía a la memoria la simultaneidad que se da en el Universo de todos los procesos, aún cuando hoy por hoy seamos capaces de contemplar solo una mínima parte de todo ellos.
Teniendo presente que existen infinidad de posibilidades sin explorar, pero siendo conscientes de que la situación de ninguna de las dos especies - especialmente de la mujer - ni tan siquiera se aproxima a la potencialidad que podría desarrollar, planteamos la necesidad de tomar consciencia de que, aunque hasta ahora la hemos colapsado, SÍ es imprescindible y posible dar a luz una nueva especie que sea portadora de esa belleza y generosidad .
Ya sabemos que no es fácil, más con el lastre de todo lo vivido hasta ahora como humanidad, pero planteamos una posibilidad basada en la Fe.
¿Sería posible tener la Fe suficiente, aunque fuese tan minúscula como un grano de mostaza, para que abandonando los dos sexos - cada uno en su medida - nuestros afanes de poder, de sometimiento, … la mujer pueda recuperar sus fertilidad perdida?.
¿No sería espectacular una Humanidad que diese cauce, como nos muestra la Madre Tierra, a esa belleza, esa generosidad y esa fertilidad?