Por Clara Restrepo
“Quien viaja sin encontrar otras cosas no viaja, se mueve”
Queremos compartir con vosotros
un breve resumen de la vida de una mujer excepcional, sobre todo para su
tiempo. Nació un 24 de octubre de 1868 en París a los 6 años su familia se
mudó a Ixelles, Bélgica. Fue cantante de ópera, orientalista, periodista, feminista,
exploradora, anarquista, espiritualista, budista, escritora y antropóloga.
Con una inagotable sed de
conocimiento, ya fuera por otras culturas, religiones, países o ideas, a los 18
años escapa de su casa en bicicleta y llega a España. Viajó primero por Europa
y posteriormente por Asia y África. En Londres comienza a interesarse por las
filosofías orientales y conoce al enviado del treceavo Dalai Lama, futuro
fundador de un templo budista en Europa. En París va a la Universidad de la
Sorbona y frecuenta sociedades secretas, movimientos feministas y anarquistas.
Se convirtió en colaboradora
libre de “La Fronde”, periódico feminista administrado cooperativamente por
mujeres creado por Margherite Durand y participó en varias reuniones del “consejo
nacional de mujeres francesas” aunque rechazó algunas posiciones adoptadas en
estas reuniones, por ejemplo el derecho al voto, prefiriendo la lucha por la
emancipación a nivel económico, según ella causa esencial de la desgracia de
las mujeres que no pueden disfrutar de independencia financiera, finalmente
Alexandra se alejó de “estas amables aves, de precioso plumaje” refiriéndose a
las feministas procedentes de la alta sociedad, que olvidaban la lucha
económica a la que debían enfrentarse la mayoría de las mujeres.
En África septentrional estudia
el Corán. En 1904 se casó en Túnez con Philppe Néel, ingeniero de los
ferrocarriles tunecinos, su relación se terminó en 1911 debido a la decisión de
Alexandra de viajar a India por segunda vez, emprende un viaje en el cual
recorre Egipto, India, Ceylan, Nepal, y Tíbet, posteriormente viajó por Corea y
Japón. No obstante la separación mantiene una correspondencia con su ex marido a
quien consideraba su mejor amigo, hasta el momento de la muerte de este en
1941.
Sus intereses ideológicos la
llevaron a permanecer por grandes periodos de tiempo en el Tíbet. Recorrió miles
de kilómetros a pie por tierras aún inexploradas entre el hielo y la nieve, en
una China que se encontraba en plena guerra civil, siendo la primera mujer occidental
que entra en Lhasa capital del Tíbet un febrero de 1929 prohibida a los
extranjeros, disfrazada de mendigo, sin caravanas, sin mulas, o sherpas, su
compañero de viaje fue un monje tibetano llamado Aphur Yongden, que se convirtió
en su compañero de aventuras y de viajes y que ella adopta como hijo. Fue
nombrada por los monjes tibetanos como “Lámpara de Sabiduría” y ella misma
llegó a ser lama.
“la aventura será mi única razón
de ser” –sentenció una vez- antes de sumergirse en un nuevo reto, se propuso
pasar dos años en una cueva de ermitaños y dedicar todo su tiempo a la
meditación, acompañada únicamente de su maestro, aprendió el tibetano y el
tantrismo budista en una cueva a 4000 metros de altitud.
Fue capaz de superar temperaturas
extremas, animales salvajes, hambres y enfermedades. “Para aquel que sabe mirar
y sentir, cada minuto de esta vida libre y vagabunda es una auténtica gloria”.
En 1939 regresa a China donde
permanece por 9 años a causa de la segunda guerra mundial. Muere a los 101 años
en 1969 en Provenza dejando más de 30 libros acerca de religiones orientales,
filosofía y sus diarios de viajes. Meses antes de morir con 101 años fue a
renovar su pasaporte, cuando los empleados le preguntaron porque lo hacía a esa
edad, ella respondió: “porque nunca se sabe”. En 1973 sus cenizas fueron
esparcidas en el Ganges junto con las de su compañero de viajes, amigo e hijo
adoptivo Yongden.
“Somos como olas que viven y
reviven” Alexandra piensa que quizás esta sea la lección más importante que ha
aprendido, esperemos que estas ondas de Fémina también revivan en nosotras.
Os invitamos a visitar su pagina
oficial en donde podemos ver maravillosas fotografías de sus insólitos viajes: http://www.alexandra-david-neel.org/
Me puso la piel de gallina y me sentí agradecida de su existencia,gracias por este artículo, es bueno saber que hubo alguien en remotos tiempos que empezó en su época a hondar este camino y su esencia sigue como impregnandonos en la medida que conocemos su historia,
ResponderEliminarUn escritor dijo una vez, que cuando escribía un libro, sabía que el no moriría porque alguien lo haría revivir al leer sus lineas, lo acompañaría en sus viajes y experiencias y renacería su entusiasmo en cada uno de sus lectores, este hombre se llama Tiziano Terzani, otro grande aventurero del Asia
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